CRÓNICA DEL TERCER DÍA. 27 DE JULIO

Dando inicio la tercera jornada, luego de charlas y reuniones, nos detenemos un momento para recorrer lugares de gran importancia para el carisma palautiano; la casa natal, la parroquia donde fue bautizado, la cueva, su tumba.

Cargados de emoción, comenzamos nuestro largo recorrido a las 8.30 horas de la mañana. Dejando un momento para la oración rezando laudes, escuchando un poco de historia de la ciudad de Lérida con Javier Peregrino (Badalona). Y con el propósito de hacer más ameno el viaje, escuchamos los chistes de Clara Palma (Portugal) y hna. Dolores Ondobo.

Luego de dos y media horas, llegamos a Lérida, donde la hna. Ester Díaz (Carmelita Misionera) nos esperaba para guiarnos y mostrarnos el magnífico ejemplar del románico –catalán, con la más esbelta torre de la ciudad; El Templo de San Lorenzo, lugar por donde el padre Palau pasaba mientras estuvo en el seminario hasta llegar a lo que era el convento de los Carmelitas, ahora convertido en museo. Allí tuvimos, una hermosa Eucaristía, presidida por el sacerdote Enrique Camps.

Dejamos atrás Lérida, para dirigirnos a Aitona, a la casa natal de nuestro fundador, allí recorrimos las tres plantas, vimos su partida de bautismo, sus reliquias, etc. También visitamos la Parroquia de San Antolín, donde fue bautizado el mismo día de su nacimiento y más tarde se confirmó, destacando allí, el momento de oración alrededor de la pila de bautismo renovando nuestra fe con el credo y persignándonos con el agua bendita.

Un momento realmente sobrecogedor, fue el vivido en la “cueva”, un complemento entre el solitario lugar geográfico, los textos a meditar y la oración, todo para buscar esa luz interior y alimentar el espacio de encuentro con Dios.

Finalizando nuestra ruta, nos trasladamos a Tarragona, para visitar la tumba del padre Francisco Palau. Y en un ambiente de recogimiento, dedicamos un momento a la oración, junto con la lectura de textos del padre, para leer la plegaria que cada provincia o demarcación traía preparada. 

Al finalizar el día, de regreso a casa, acompañamos nuestra vida con cantos de todos los participantes en el autocar.

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